Desde la Península de la amistad
El poder de la oración
La Biblia dice: “Oren sin cesar” (1Tesalonicenses 5:17). Este debería ser el lema de todo seguidor de Cristo Jesús. Nunca dejemos de orar, por oscuro y desesperante que parezca nuestra situación.
Cuando Jesús subió al monte Tabor con Pedro, Santiago y Juan, se pusieron a orar y su oración fue tan poderosa e intensa, que hizo que Jesús se llenara de un blanco radiante, según los apósteles, era un color blanco que jamás habían visto, el poder de la oración, puede de igual manera hacer que nuestros, corazones, también sean transformados.
Solo del encuentro diario con Dios, el creyente puede hallar la fuerza para vivir y aprender amar a los demás. Sí algo tenemos que pedirle a Dios, es el don de la oración. Porque orando se vive. Orando se ama. Orando se alaba. El corazón humano no se abre a la vida verdadera y plena, si no es tocado por el amor. Y, es que, quien ora vive, en el tiempo y en la eternidad.
Es importante, que en nuestro hogar, tengamos el rinconcito de oración, donde nos encontremos con regularidad con nuestro Señor. En esa oración callada en la que el alma se encuentra con Dios, acercándonos a su presencia, eso es, la bendición más grande que podemos experimentar.
En mi muy humilde opinión, pienso: que es importante saber, que la oración, realmente es poderosa. Pero, no olvidemos, que Dios obra en su tiempo, no en el nuestro. De manera, que debemos tener paciencia, porque ninguna fuerza supera el poder del amor de Dios. Seguro, que Dios está con nosotros, en la calma y en la tormenta. Pronto se abrirá para la mayoría de los venezolanos, la puerta de la libertad y el progreso. Oremos con fe, lleno de esperanza en que se aproximan días mejores, sobre todo, en los renglones de la salud y de la economía del país. La última palabra la tiene Dios.
Para finalizar, que bonito es, que al despertarnos por las mañanas, darle gracias a Dios por el nuevo día que nos está regalando y poder decirle, Señor: Hay personas que amo, pero la distancia me impide abrazarlas en este nuevo amanecer, pero permítame que las abraces en mis oraciones y te pido que las guíes, las cuide e ilumine su camino, hoy y siempre… ¡Amén!
¡Desde la distancia, un abrazo lleno de bendiciones! ¡Hasta el próximo miércoles, Dios mediante!
Por Fredis Villanueva.