Reflexiones del Pastor
Ecología Integral
El día de hoy quiero continuar la reflexión sobre la Encíclica del Papa Francisco “Laudato Si”. Esta encíclica trata un tema de mucha actualidad y que ha aumentado su interés por las circunstancias tan especiales que está viviendo la humanidad.
¿Por qué su importancia? Ya desde hace unos cuantos años atrás el mundo entero se ha venido dando cuenta del deterioro que toda la naturaleza está experimentando. Se han realizado congresos y encuentros alrededor del mundo estudiando esta crítica situación que se vive en la tierra. La Iglesia también desde hace muchos años se ha hecho eco de esta problemática. Ya en 1971 San Pablo VI habló de este deterioro ecológico y lo presentó como una crisis debida “a una explotación inconsiderada de la naturaleza” donde el ser humano “corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de esta degradación” (14 de Mayo de 1971) Y ya el año anterior ante la FAO dejó claro que esta catástrofe ecológica causada por la explosión de la civilización industrial urgía un cambio radical en el comportamiento de la humanidad. De igual manera, San Juan Pablo II advirtió que era necesaria una conversión ecológica global.
Hoy el Papa Francisco le dedica toda una encíclica a tratar este tema y lo hace hablándonos de una ecología integral; es decir, no basta con hablar solo del ambiente, como se suele hacer en los debates actuales, sino que toda la problemática la enfoca desde una visión integral que abarca lo ambiental, lo social, lo político, lo cultural, lo cotidiano y lo espiritual. Quiere ser una respuesta integral a la generalizada crisis ecológica mundial porque “nunca hemos maltratado y herido nuestra Casa Común como en los dos últimos siglos» (nº 53). Hemos hecho de la Casa Común «un inmenso depósito de basura» (nº 21). Más aún: «Las previsiones catastróficas ya no pueden ser miradas con desprecio e ironía… nuestro estilo de vida, por ser insostenible, solo puede desembocar en catástrofes» (nº 161).
Hemos llegado a esta emergencia crítica por causa de nuestro exacerbado antropocentrismo, por el cual el ser humano «se constituye como dominador absoluto» (nº 117) de la naturaleza, desgarrado de ella, olvidando que «todo está interligado y que por eso no puede declararse autónomo de la realidad» (nº 117; 120)
El Santo Padre Francisco en este nuevo documento del Magisterio de la Iglesia recalca un punto muy importante: insiste en que «todos somos interdependientes, todo está interconectado y todo está relacionado con todo» (cf. nºs 16, 86, 117, 120) lo que da una gran coherencia al texto. La ecología no puede solo concentrarse en el deterioro de la naturaleza: las plantas, los animales, las aguas, etc. Una ecología seria y realista debe tener en cuenta que ese deterioro también afecta al ser humano, aún cuando él también es el causante del mismo. La raíz del problema ecológico, según el papa Francisco, está justamente en el hecho de que “hay un modo de entender la vida y la acción humana que se ha desviado y que contradice la realidad hasta dañarla”.
“El paradigma tecnocrático ha terminado colocando la razón técnica sobre la realidad, porque este ser humano ni siente la naturaleza como norma válida, ni menos aún como refugio viviente”. La intervención del hombre sobre la naturaleza, seguimos leyendo en la encíclica, “siempre ha acontecido, pero durante mucho tiempo tuvo la característica de acompañar, de plegarse a las posibilidades que ofrecen las cosas mismas. Se trataba de recibir lo que la realidad natural de suyo permite, como tendiendo la mano. En cambio, ahora lo que interesa es extraer todo lo posible de las cosas por la imposición de la mano humana, que tiende a ignorar u olvidar la realidad misma de lo que tiene delante”. Por eso “ha llegado el momento de volver a prestar atención a la realidad con los límites que ella impone, que a su vez son la posibilidad de un desarrollo humano y social más sano y fecundo”.
La crisis que estamos viviendo a causa de la pandemia ha hecho todo eso aún más evidente. “Hemos avanzado rápidamente –decía el Papa el pasado 27 de marzo–, sintiéndonos fuertes y capaces de todo. Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa. No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo”.
+ Mariano José Parra Sandoval
Arzobispo de Coro