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Hasta los «templetes» los acabó la revolución

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Venezuela al igual que muchos paises latinoamericanos, se caracterizó por celebrar las fiestas carnestolendas más alegres y vistosas de la época, dijo Teófilo Calatayud.

En medio de vítores, pitos y algarabías, las comunidades se organizaban por sectores y eligían a su reina, que a la postre los representaría en los eventos municipales.

Papelillos, caramelos, pitos, sonajas y grandes caravanas, ataviadas con vistosas comparsas, producto del ingenio inventivo popular, se esparcían por las principales calles de la ciudad. El pueblo disfrutaba de grandes fiestas improvisadas en las calles, llamados «templetes». Ahora, tras las dificiles circunstancias por la que pasa el país, hasta los «templetes» se acabaron.

Las caravanas se acabaron, porque ya no hay carros. Los papelillos están muy costosos y los caramelos también. Para vestir a una candidatas o a una reina, con sus respectivos calzados, hay que tener dólares; y adicionalmente, las colaboraciones de los comercios y las instituciones del estado se acabaron, porque no hay presupuesto.

Ayer, pasó una caravana con dos carros, sin papelillos, sin caramelos; y uno de los carros iba echando el humo parejo. Es decir, esta revolución acabó con la alegría del pueblo y con el carnaval también, preciso finalmente Calatayud.

Luis Hidalgo CNP 13501

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