EL VALOR DE LA SENCILLEZ
Particularmente, en mi reflexión de la semana, les quiero hablar del VALOR DE LA SENCILLEZ, comenzando por una experiencia, luego su definición; principales características de la persona sencilla y su conclusión. Así que le invito a que siga leyendo.
Hay situaciones que nos marcan, y aunque hallan pasado los años, cualquier evento similar, revive aquella situación que se nos grabó en la mente cuando niño, hasta que Dios y el tiempo, nos permiten tener memoria.
Sin más preámbulo, les comento que en mi pueblo natal, Los Taques, cuando pasaba una persona de esa que los mayores les decían: “Fantocha“, por su estilo de caminar y por su soberbia que la había convertido en su propia carcelera. Entonces, habían quienes traían un refrán a colocación, como para que jamás fuésemos emitar el estilo de vida de esa persona, dicho refrán, dice así: “Más vale SENCILLEZ Y DECORO, que mucho ORO”, por supuesto, que por nuestra corta edad, no teníamos la capacidad de interpretar lo que nos querían transmitir nuestros ancentros. Sin embargo, podíamos entender que NO era bueno ser ‘fantoche’, o sea, mala sangre con los demás.
EL VALOR DE LA SENCILLEZ, lo podemos definir como ese lenguaje que nace del corazón, que no busca artificios de ningún índole para hacerse resaltar. Lenguaje de tacto suave y discreto, que no pretende la desvalorización, sino la apreciación de los detalles para ver más allá y desarrollar una mayor humanidad.
La persona sencilla se caracteriza por su capacidad de conservar sus cualidades de humildad, afecto, respeto, receptividad y solidaridad. Indistintamente de su estatus social e intelectual. Otra de la característica más resaltante de la persona sencilla, es que genera grandes posibilidades de establecer relaciones interpersonales fundamentadas en la confianza en sí misma y hacia los demás, así mismo, diálogos con una actitud positiva. Además, jamás se observa en una persona sencilla un ego exacerbado.
En lo personal pienso: que después que han pasado más de 700 lunas llenas, desde cuando éramos niños, hasta ahora, que escuchábamos: “Más vale SENCILLEZ Y DECORO, que mucho ORO“, podemos afirmar, hoy en la etapa final de nuestra vida terrenal, que LA SENCILLEZ, hace que la persona sea más realista, centrada con los pies sobre la tierra y sin pretenciones de grandiosidad.
Ojo, LA SENCILLEZ, no quiere decir que se menosprecie el valor de una estabilidad financiera o bienes materiales, sino que se le dé un segundo lugar en la lista de prioridades; así de simple, porque los actos sencillos son los que más tienen autenticidad de sostenimiento y pureza de corazón; como por ejemplo: el aroma del café recién hecho por la mañana; un paseó por la playa; la riza de un hijo; o lectura de un buen libro o el abrazo sincero de un amigo.
En síntesis, todos tenemos a nuestros alrededor a más de una persona de alma sencilla que armonizan nuestras vidas y nos sirven de ejemplos, recordarlas e imitarlas. No la vayamos a perder, ellas son luces en la espesura de está sociedad compleja y consumista.
¡Un abrazo lleno de bendiciones!
Por Fredis Villanueva