Apertura al liderazgo regional vista en Barinas no está garantizada en todo el país
La derrota del oficialismo en las elecciones de gobernador en el estado Barinas tiene cancha amplia para el análisis. A la par del descontento del electorado con el abandono en materia de servicios de la entidad terruño de Hugo Chávez, la victoria opositora tiene también sabor al liderazgo regional y local.
Sin embargo, el espacio que se abrió para un dirigente propio de Barinas como el gobernador Sergio Garrido, que fue juramentado el jueves 13 de enero, no es un guion tan fácil de replicar en otras regiones, como advierten Ángel Álvarez y Miguel Ángel Martínez Meucci, ambos doctores en ciencias políticas.
Para Martínez Meucci, la conclusión que deja el triunfo opositor en el estado Barinas se resume en el hecho de que, tras numerosas manipulaciones, «el chavismo permitió que allí se reconociera un resultado ampliamente favorable para la oposición, fruto de un malestar popular que no se circunscribe únicamente a Barinas, sino que está presente en todo el país».
Por su parte, Ángel Álvarez expresa que, por el lado del gobierno, la derrota en Barinas obedece a la enorme corrupción e ineficacia, además del nepotismo y la concentración de poder de la familia Chávez.
Destaca que la entidad, a su vez, no cuenta actualmente con el respaldo del Poder Ejecutivo, como sí ocurrió al principio de la gestión del gobernante Nicolás Maduro y durante la administración del expresidente Hugo Chávez.
Asimismo, Álvarez vincula el triunfo opositor en Barinas con el desarrollo de una estrategia de coalición —que prefiere no llamar «unitaria»— que, a última hora, terminó capitalizando el descontento de la población ante los malos gobiernos del chavismo en la región.
Añade que, desde el punto de vista organizativo, la oposición pudo ejercer vigilancia y movilizar sus propios recursos para garantizar que el éxito «no fuese escamoteado».
Otro aspecto que, en opinión de Ángel Álvarez, abrió el camino opositor en Barinas, luego de 22 años, es el referido a la calidad del candidato del chavismo que, acota, era muy mala porque Jorge Arreaza no está relacionado con la región ni tampoco con la familia Chávez.
Señala que la variable de los liderazgos regionales tuvo peso en el triunfo opositor en Barinas. En ese sentido, explica que esto obedece a que la calidad del liderazgo nacional no es muy buena.
Para Ángel Álvarez, la victoria de dirigentes formados en la tolda blanca es producto de un modo predominante de hacer política en Venezuela que fue establecido como políticas de masas por AD, desde 1945, y que, al día de hoy, no ha cambiado.
«Este modo, de alguna manera, lo continuó Chávez. En términos de ciencias políticas, es básicamente una representación que combina identificación con el liderazgo más clientelismo político; es decir, distribución de prebendas o la promesa de distribución de prebendas materiales. En Barinas, en concreto, se debatieron los electores entre la incapacidad o el fraude del gobierno local en la oferta de promesas que nunca cumplió versus la promesa de obtener esas reivindicaciones de parte de un nuevo gobierno», indica Álvarez.
Destaca que esto último es considerado por algunos sectores como un mal de la democracia. Pero, indica, las democracias funcionan así: la gente elige gobiernos para que le satisfagan sus intereses inmediatos materiales, bien sean personales o colectivos, no lo hacen para grandes transformaciones, salvo en casos excepcionales. Aquí la aspiración es la solución de problemas concretos.
Con información de Tal Cual