Tiempo Falconiano
El Mundo y Venezuela: Incertidumbre
El comportamiento de la humanidad, a nivel mundial y local, no es correcto con relación a la realidad. A nivel mundial, se considera que no se puede desconocer el terrible efecto destructivo de tormentas diversas, inundaciones, incendios, elevación de temperaturas, terremotos, erupciones, contaminación del aire y otros hechos igualmente graves. Sin embargo, a pesar del conocimiento que se tiene, respecto del cual realmente es muy valioso lo que ha aportado la ciencia, parece ser que eso es lo único que ha ganado la humanidad, incluyendo la indicación de algunas acciones correctivas que no se aplican, excepto en algunos países. Se reconoce la complejidad del tema, lo cual se aprecia en el hecho de que no se prohíbe la elaboración de cigarrillos, por sus efectos cancerígenos, pero se imponen campañas preventivas. Quizás se puede aceptar que hombre es apático, o irresponsablemente indiferente. Alguien diría que se requiere un gobierno mundial autoritario que imponga forzosamente las acciones “curativas”, lo que significaría el sacrificio de la libertad y la democracia, los grandes derechos humanos. Por otro lado, la humanidad puede generar el conocimiento y “el cambio espiritual” necesarios para mantener su capacidad para preservar el paneta. Obviamente la segunda opción es la correcta, la preferida. Pero la cruda realidad enseña que el tiempo pasa y el tiempo se puede agotar para las dos opciones, y para el destino de la humanidad. Ojalá no se llegue a otra conflagración, para la cual Hiroshima y Nagasaky serían como un paño caliente. Esto no es nada nuevo, lo han discutido y analizado los grandes filósofos y pensadores, durante mucho tiempo, y ha prevalecido la conclusión de que se puede confiar y esperar la racionalidad del hombre, tal como lo ha demostrado a lo largo de la historia. En esas condiciones, todos tenemos la obligación de aportar nuestro comportamiento para la solución, aunque sea con conductas elementales relacionadas con la utilización del agua, la electricidad, el vehículo, la energía en general y otras. El caso de Venezuela cae también en el ámbito de la incertidumbre, dado que la opción racional y correcta, como es el voto del pueblo para que se determine el camino para la recuperación y progreso del país, no es posible porque la misma no es aceptada por el gobierno que pretende perpetuarse en el poder. Se reconoce que hay sectores que proclaman esta salida, pero en forma extraña no reconocen la posición del gobierno, y así, en cierta forma, complican la lucha opositora democrática, la cual tiene que mejorar su efectividad y lograr derrotar el grado de apatía, o de irresponsabilidad indiferente, que está mostrando, comprensiblemente, lo que puede ser una mayoría de la gente que rechaza al gobierno porque sufre la destrucción que ha causado. La recuperación de Venezuela requiere un comportamiento racional y responsable, que en cierta forma es similar al requerido para la salvación del planeta, pero eso a la vez exige un liderazgo que no está actuando, y no porque se niegue, sino porque quienes tienen poder no lo ejercen democráticamente. La sociedad civil debe asumir y cumplir su responsabilidad. Ojalá Venezuela no se vea obligada a recuperarse y liberarse mediante una guerra, o algo parecido. Pero tampoco debe verse obligada a vivir bajo el autoritarismo.
Douglas Játem Villa