Opinión

Para una historia de la odontología en Falcón

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Tendría unos seis años cuando mi querido abuelo Bache Osorio me llevó por primera vez a un odontólogo. Había padecido toda la noche anterior de un terrible dolor de muelas, así que de la mano de mi abuelo me encaminé hacia la casa de su primo Mario Julio Álvarez. Hombre bonachón y bromista, fanático betancourista y silbador de los buenos, el primo Mario tenía en su casa su “clínica”.

Ante mí, veía a un muchacho con la cara hinchada y barba de varios días, y dos jóvenes más esperaban. Cuando vi que Mario Julio sacaba una especie de alicate, parecido al que mi papá utilizaba para apretar tuercas, y silbando se aprestaba a extraer la muela al muchacho, le vi la cara a mi abuelo y le dije “-Buelo vamonós, ya se me quitó”. El abuelo inventó una excusa al primo y nos fuimos de allí para nunca más volver.

En la historia de la salud en Falcón hay que destacar los inicios de las labores de empíricos odontólogos en pueblos y ciudades como el primo Mario Julio Álvarez.

En la revisión de periódicos del siglo XIX nos encontramos con la figura de Antenor De Lima, hijo de Thomás De Lima y de Eliza Bone, y tío del Bachiller Héctor M. Peña. De Lima se destacó en varios ramos en la Coro de las últimas décadas de aquel siglo. Funcionario público, contratista, explorador, comerciante y dentista.

Primero en la calle Comercio y luego en la calle Bolívar, de Coro, ofrecía sus servicios entre 1886 y 1890. En el periódico El Derecho encontramos la siguiente promoción el 14 de agosto de 1886: “El que suscribe, participa á sus amigos y relacionados que acaba de recibir de los E.E.U.U. del Norte un variado surtido de dientes, que por su forma, color y transparencia dejará satisfecho al gusto más exigente; materiales de todas clases que le ponen en capacidad de atender debidamente á los que deseen ocuparle en el arte que profesa”.

En El Anunciador Comercial, editado y administrado por José Isidoro Curiel, aparece el 30 de noviembre de 1888 el anuncio de la Botica Américana de José David Curiel promocionando el “Dentrifico Americano” “para perfumar el aliento y conservar la dentadura”.

Momento de particular bienestar de la región coriana, los intercambios mercantiles y el arribo de productos de los Estados Unidos y Europa muestran un importante relacionamiento que ha estudiado la investigadora Blanca De Lima en su trabajo Coro: fin de la diáspora. Isaac A. Senior e hijo: redes comerciales y circuito exportador (1884-1930) (2002).

Hábil en la promoción y las ventas, Antenor De Lima ofrecía poner los dientes a todos aquellos corianos que los hubiesen perdido. Seguro que enseguida cundió el entusiasmo. Más de uno, habituado a malos hábitos de higiene o con herencia de mala dentadura, pensó en recuperar su sonrisa gracias a los adelantos introducidos por el descendiente de los judíos curazoleños. Hasta destacados y cerreros generales, que habían perdido piezas en mil y una contiendas, comenzaron a transitar por el establecimiento.

De Lima promocionaba además: “los Polvos perfumados de White que tienen la propiedad, á más de conservar al esmalte de los dientes su blancura y brillo, los preserva de las caries.” Y para aquellos que padecieran de dolores, ofertaba: “El famoso “Anestésico” para el dolor de muelas, en una bolita de algodón dentro de la cavidad de aquellas, alivia instantáneamente.”

Yo que soy capaz de tomarme tres termos de café y pretendo tener los dientes blancos, tendré que empezar a buscar los “Polvos perfumados de White” para un blanqueamiento efectivo. “La belleza cuesta” dice mi pana Carlitos Alvarado, que de este asunto sabe; y mi odontóloga a su vez, indica a mi lado mientras aplica la tortura: “para ser estrella hay que ver estrellas”.

Vaya esta nota con el mayor afecto y agradecimiento a las doctoras Magaly Carballo. Carmen Adela Gutiérrez, Nancy Meza y Mireya Mahmud, quienes me han atendido a lo largo de esta vida.

Isaac López

La Mañana

Medio de comunicación impreso mas importante del estado Falcón, con 67 años de trayectoria.

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