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Para negociar la salida de Nicolás Maduro su entorno debe contar con garantías

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Han pasado tres semanas desde que EEUU, a través del Secretario de Estado, Mike Pompeo, presentara su propuesta de Marco Democrático para Venezuela ,un mecanismo para la salida de Nicolás Maduro del poder, la conformación de un Consejo de Estado que se hiciera cargo del Ejecutivo, tomara las medidas necesarias para enfrentar la crisis generalizada que existe en Venezuela y condujera al país a un proceso electoral, mientras la potencia norteamericana se comprometía a ir levantando las sanciones impuestas sobre funcionarios, instituciones y empresas de Venezuela.

Aunque la propuesta ha recibido el apoyo de los países de la Unión Europea, Canadá y varios de América Latina, el gobierno de Nicolás Maduro la ha rechazado de plano. Sin embargo, días atrás el enviado especial de EEUU para Venezuela, Elliot Abrams, manifestó su optimismo en que la misma esté siendo estudiada por el entorno de Maduro y se llegue a un entendimiento para destrabar al juego político en el país.

Posteriormente, el encargado de negocios de EEUU en Venezuela, James Story, declaró que altos funcionarios del gobierno están estudiando la propuesta. Aseguró que varias personas “están dispuestas a pensar más cómo los venezolanos se pueden sentar y pensar cómo usar esto como base para una discusión abierta y transparente”. No obstante, expertos entrevistados por TalCual, como los politólogos Benigno Alarcón y Luis Salamanca, consideran cuesta arriba que desde propio chavismo se impulse la salida de Nicolás Maduro, aunque puedan existir personas que estén de acuerdo en la necesidad de llegar a un acuerdo con la oposición.

Oxígeno

Benigno Alarcón, director Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), politólogo y abogado, considera que aunque es muy posible que en el chavismo -más entre los disidentes que entre quienes se mantienen en la cúpula gubernamental- haya actores políticos interesados en la consecución de un acuerdo político para que la salida de Nicolás Maduro se produzca de forma pacífica y constitucional, pero observa que quienes tienen la posibilidad de inducir un cambio aún puede que tengan la esperanza de que el gobierno se consolide.

“No tendría nada de extraño que hubiera algunos actores, tal vez no tan cercana a la élite gubernamental, que ven una propuesta de esa naturaleza con mucha simpatía, y dentro de la élite gubernamental podría haber algunos actores que piensen que es mejor negociar hoy que se tiene el poder y pueden imponer condiciones, que tratar de negociar cuando ya no haya mayores posibilidades de mantener el poder y donde en una posición de desventaja tendrías que negociar”, expresa Alarcón, quien no descarta que, efectivamente, algunas individualidades del entorno de Nicolás Maduro hayan sostenido conversaciones con representantes de Washington, aunque aclara que se trata de una suposición, pues no posee información privilegiada sobre eso.

“Yéndome a jugar a abogado del diablo –prosigue-, mi impresión es que el gobierno, la cúpula gubernamental, Diosdado (Cabello), (Nicolás) Maduro, pareciera que de alguna manera sienten que todavía tienen oxígeno y pueden alargar esta situación; obviamente esa cúpula ve en la tragedia actual con la crisis del coronavirus una oportunidad para acentuar los controles sociales ya que tienen las instituciones, recursos, armas, y pueden imponer cosas y eso coloca al gobierno en una posición de aparente fuerza en comparación con el gobierno interino (el del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó) que no tiene control de instituciones, armas o territorial y es muy poco lo que puede hacer para paliar una crisis de esta naturaleza”, indica el especialista en negociación.

Desplazamiento del jefe

El doctor en Ciencias Políticas, abogado y profesor de Derecho Constitucional Luis Salamanca, por su parte, resalta que una de las principales vías de cambio de un régimen autoritario o dictatorial es cuando éste cae a manos de su propio sostén. Ha habido casos en que una fracción del régimen autoritario entrega al jefe desplazándole. Indica que precisamente el primer riesgo o peligro de un gobernante autocrático es que los altos oficiales que lo sostienen y lo acompañan terminan por derrocarlo o abren el sistema a nuevos procesos de cara a una eventual democracia.

Señala Salamanca que, aunque es muy común que esto pase, no es la única forma en que se producen los cambios, y alerta que, muchas veces, esas acciones conducen a un nuevo régimen autoritario, mientras en otras se abre la puerta a la democracia, y en las menos pueden dar paso incluso a  un nuevo régimen más «suave», aunque dentro de la línea autoritaria.

“No hay un patrón de cambio. Tal vez allí hay mucho de los errores de análisis de la situación en Venezuela. Existen al menos tres modos de salir de un gobierno dictatorial, el desplazamiento de la camarilla, la intervención internacional y el levantamiento popular. Al no haber un patrón único de desplazamiento el cambio puede ser propiciado por diversos factores”, asegura el analista.

En este sentido, estima que dada la precaria situación por la que atraviesa el país, efectivamente debe haber actualmente mucha presión a lo interno del gobierno, pero hizo énfasis en que a su modo de ver, en las altas esferas del chavismo se cree que salir del gobierno es perderlo todo.

Se quedan otros

Benigno Alarcón coincide con Salamanca en que la irrupción de un sector militar que quiera deponer a Nicolás Maduro podría llevar a otro régimen, pero este sería igualmente autoritario, y en este sentido cita los casos de Egipto, donde las protestas de la llamada primavera árabe llevaron a que los militares, ante el asesinato de alrededor de 300 personas por parte de cuerpos de seguridad del Estado y paramilitares llevaron a que la cúpula militar depusiera al presidente Hosni Mubarak, a quien sin embargo se protegió y se le llevó al hospital.

En la misma línea inscribe el caso de Zimbabwe, cuando hace tres años Robert Mugabe intentó colocar a su esposa en el poder y la cúpula gubernamental, controlada en buena medida por el sector militar, decidió derrocarlo, aunque igualmente con garantías y protección. Sin embargo, en el caso venezolano no observa que se esté en una situación límite como las anteriores.

“Yo no veo un régimen en la posición de que debe negociar ahora o nunca. Lo que puede suceder es que algún grupo de actores, más sensibilizados y conscientes, rompan con la hegemonía del bloque de gobierno porque consideran que es la única manera de salvar vidas y poner el país a salvo, esas cosas pueden pasar; pero en general cuando pasan no suceden para que esos que deciden romper la hegemonía, decidan entregarle el poder a terceros, lo que suele suceder es que, rota esa hegemonía, quien tiene la fuerza para desplazar la élite gubernamental toma el poder para sí y deciden convertirse en los actores que  ‘colocan’ orden y de alguna manera prometen normalizar la situación”, expresa Benigno Alarcón.

Dicho eso, el analista resalta que es difícil encontrar algo que pueda ganar la cúpula del poder propiciando la salida de Nicolás Maduro. “No hay protestas contra Maduro, no hay una situación de desestabilización que esté generando el mismo Maduro y la única ganancia que podría haber es la amnistía americana y el cese de la persecución contra algunos actores”, apunta.

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