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Manuel Zelaya asegura que su esposa gobernará Honduras de forma diferente

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Manuel Zelaya, quien gobernó Honduras de 2006 a 2009 con un gobierno de corte socialista que terminó con un golpe de estado, ha intentado pasar desapercibido en la llegada al poder de su esposa, Xiomara Castro de Zelaya, quien ganó los comicios del pasado 28 de noviembre.

Zelaya, por mucho tiempo un detractor de Estados Unidos, dijo a la Voz de América (VOA) que el gobierno de su esposa, que describe como de “nueva izquierda” y al cual sirve como asesor, será cercano al gobierno de Joe Biden, que apoyó las elecciones libres de su país.

“Ella [Castro] ha estado compartiendo desde hace muchos meses y posiblemente años, en los últimos dos años, con Washington”, dijo.

“Consideramos a Estados Unidos como el mejor aliado de Honduras en materia histórica, en todos los campos. Yo no soy el presidente, pero nuestras relaciones con Washington, y especialmente en este momento de la presidenta electa del país, son muy buenas», agregó.

Durante el gobierno de Manuel Zelaya, hubo un distanciamiento entre Honduras y Estados Unidos.

Zelaya se acercó a Fidel Castro en Cuba y a Hugo Chávez en Venezuela. Este último, tras el golpe, lo designó en un alto cargo en Petrocaribe, una empresa estatal venezolana surgida en 2005 que suministra petróleo y derivados con facilidades financieras a países de la región.

Tras la salida de Zelaya, Chávez acusó a EE. UU., en ese entonces bajo la presidencia de Barack Obama, de haber estado detrás de la operación, algo que fue negado por Robert Appin, subdirector de Asuntos Públicos del Comando Sur, que supervisa las operaciones militares estadounidenses en América Latina.

Zelaya criticó la lenta reacción de EE. UU. ante el golpe, y a Obama por «cambiar de postura» y dejarlo «en medio del río».

En 2017, Zelaya denunció un fraude electoral en los comicios de Honduras, donde era coordinador de la oposición, tras un cambio inesperado en los resultados que otorgaron la reelección a Juan Orlando Hernández, y aseguró que la administración republicana de Donald Trump había apoyado el «fraude” en esos comicios, algo que Estados Unidos ha negado en reiteradas ocasiones.

Tanto la embajada estadounidense en Honduras como el Departamento de Estado publicaron comunicados en los que pedían a las autoridades electorales trabajar sin interferencias y dijo que confiaban en la labor de los observadores internacionales.

El candidato de la Alianza de Oposición en 2017, Salvador Nasralla, viajó a Washington para presentar sus pruebas de lo que consideraba un fraude electoral y pidió a la comunidad internacional suspender la ayuda exterior al gobierno de Honduras hasta resolverse el contencioso electoral. No recibió respuesta.

“Hace cuatro años, el gobierno de Estados Unidos, dirigido por el presidente Donald Trump, vino a apoyar un fraude electoral. Hoy, cuatro años después, el presidente [Joe] Biden viene a apoyar el respeto a la voluntad popular. O sea, que hay un cambio bien significativo dentro de Estados Unidos», dijo Zelaya a VOA.

Alan McPherson, experto en relaciones entre EE.UU. y Latinoamérica de la Universidad de Temple, dijo que aunque las relaciones entre el gobierno de Zelaya y EE. UU. no fueron buenas, «no eran abiertamente hostiles».

«Había muchas fuerzas dentro de Estados Unidos que querían atar a Zelaya a Hugo Chávez. Zelaya estaba algo a la izquierda, pero ni de lejos cerca [políticamente] a Chávez», dijo McPherson. «Muchos querían dejar a Chávez sin aliados potenciales en cualquier parte de América Latina. Es por eso que hay una impresión generalizada de que EE. UU. apoyó el golpe de 2009 contra Zelaya».

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«Eso no significa que las relaciones no puedan mejorar mucho ahora. En primer lugar, Chávez se ha ido. Dudo mucho que Honduras vaya a tener estrechas relaciones con Venezuela», agregó.

Sin embargo, otros analistas muestran excepticismo sobre el rol que el exmandatario pueda tener en el nuevo gobierno de Honduras y algunos consideran que la influencia de Zelaya será poderosa y terminará alineándose al resto de países que se autodenominan de izquierda.

Pablo Barahona Kruger, exembajador ante la OEA y expresidente de la Comisión de Asuntos Jurídicos y Políticos de dicho organismo, dijo que Honduras y varios países de la región “son campo fértil” para que se desarrollen gobiernos populistas debido al cansancio “de una derecha corrupta y prebendaria”.

Esa derecha obliga a la ciudadanía a girar hacia una izquierda que eventualmente «también resulta corrupta, populista y prebendal”, dijo.

El diplomático dijo que con el tiempo los gobiernos de izquierda terminan traicionando los ideales y se convierten en “dictadores latinoamericanos” como Nicolás Maduro, Daniel Ortega o Fidel y Raúl Castro en Cuba.

Los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua estuvieron entre los primeros en felicitar a Castro por su victoria.

Castro de Zelaya es la primera mujer en gobernar Honduras, y algunos críticos como Kruger dicen que su esposo gobernará tras bambalinas.

Zelaya dijo que «los que opinan así, menosprecian los valores de la mujer».

«Nosotros simplemente con el nombramiento que ella nos ha hecho como asesores estaremos ayudando, cooperando con ella en forma permanente”, dijo.

Tiziano Breda, analista de Centroamérica del International Crisis Group, ve con pragmatismo la llegada de Castro al poder.

Libre ha evolucionado y “ha tenido una actitud más pragmática en su acercamiento y relación y posiciones sobre el sector privado, sobre relaciones con Estados Unidos, que hacen pensar que pueda tener una posición más balanceada”, dijo Breda a VOA.

El analista considera que Washington podría tener un aliado en un punto clave de la región, puesto que Honduras es un país fundamental en Centroamérica porque es el único país que tiene una base militar estadounidense.

“También es crucial por todo el tema del narcotráfico. En los últimos años en particular, se ha vuelto también un país expulsor de una cantidad enorme de ciudadanos que van migrando hacia Estados Unidos”, agregó.

Zelaya dice que Libre es «un partido progresista, un partido de nueva izquierda».

«El partido ha planteado un proceso democrático, profundamente social. Es algo que tiene que ver con una nueva izquierda a nivel latinoamericano. Representa una nueva visión de la sociedad, eminentemente dialéctica y con conformación eminentemente social y popular. Se equivocaron los que nos acusaron» de comunistas, agregó.​

Casi al finalizar la entrevista con el expresidente Zelaya, la VOA le consultó sobre la crisis nicaragüense, pero prefirió no hablar más del tema.

¿Qué piensa de la crisis en Nicaragua? ¿Me puede dar un comentario?

«Esa pregunta ya está repetida, está contestada», dijo Zelaya.