Opinión

La vida en una pastilla

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Teófilo amaneció mal, un agudo dolor de cabeza le perturbó toda la noche, pero no le quiso decir nada a su mujer, sentía como ganas de vomitar y andaba medio mareado, no había tomado ningún medicamento, no le gustaba mucho eso de andar pendiente de la pastilla a cada rato, de pronto recordó que uno de sus vecinos a quien apodaban “Perucho” decía tener dotes de “médico naturista” le comentó el malestar y este sin ni siquiera mirarlo le indicó “ tienes  problema de tensión” por ahí por la calle Bolívar vas a conseguir unos vendedores preguntas por losartán compras dos pastillas las tomas y ya”. Teófilo se fue al centro de Cumarebo, a la calle Bolívar en la zona comercial, mucha gente sin control ni prevención, cada quien anda en lo suyo, la mayoría buscando precios, comprando lo que puede, pasando la tarjeta a ver si el monto alcanza, otros vendiendo cualquier cosa de manera ambulante para obtener algún ingreso y sobrevivir al día, entre los vendedores ambulantes hay ofertas de café, “tetas”, unos ofrecen comprar dólares y otros poco mejor adornados ofrecen medicamentos, para la diabetes, la tensión, analgésicos, antiácidos y otros, en casos específicos hasta “recetan” uno u otro medicamento para un determinado síntoma.

Teófilo preguntó al vendedor ambulante por “losartán” y este le manifiesta no tenerlo pero le ofrece otro que según el “buhonero medicinal” era mucho mejor, el enfermo a punto de reventar del dolor de cabeza compró lo indicado se tomó las dos pastillas y trató de sentarse pero no pudo, perdió el conocimiento, auxiliado fue llevado al hospital donde se hizo lo que se pudo para reanimarlo y a las dos horas Teófilo falleció, certificaron un infarto, otros decían un ACV.

A Teófilo lo enterraron y nadie más habló del caso, la venta informal siguió su curso, las farmacias siguen abiertas en horario restringido, la normativa regular quedó tan sepultada como el cuerpo de Teófilo y muchos que han pasado el mismo drama, las redes sociales y algunos medios de comunicación, seguramente de buena fe, sin fundamento legal alguno, sin supervisión previa suplen el delicado oficio de la farmacia y muchos se abrogan la función científica del médico farmaceuta, las medicinas se venden en cualquier esquina, acera, calle o plaza del país sin ningún control sanitario igual que vender pollo, papas, cambur, o cualquier alimento

Se hace muy poco para controlar y supervisar esta falta que atenta contra la salud y vida de los ciudadanos, la ley está cada día más vacante, el estado de derecho se ha ido desvaneciendo, cada quien hace lo que a su propio entender cree y decide, la convivencia  social del venezolano común se deteriora aceleradamente, así será mucho más difícil restituir el andamiaje institucional que toda república requiere y necesita, el cumplimiento  de la ley, el respeto entre los ciudadanos y de estos con la autoridad, cada día casos como el de Teófilo  suceden y se alejan  más las posibilidades de reencontrarnos y nos coloca de espaldas a la nueva y moderna sociedad que tanto anhelamos.

Dr. Ernesto Faengo Pérez