Ecos de Occidente: Despedidas y bienvenidas en el péndulo de Dabajuro
Dicen que “lo escrito, escrito está”. Debe ser una premisa cierta.
Se nos adelantó al cielo nuestro cronista emérito de Dabajuro.
El Profesor José Antonio Reyes Perozo no sólo fue el padre de sus hijos, el abuelo de sus nietos, el hermano de sus hermanos o el tío de sus sobrinos. De alguna forma fue familia de todos los dabajureses. Como a otros tantos coterráneos, tampoco pudimos ovacionar su vida y colocar la bandera municipal en su féretro para despedirle.
Poco puedo añadir a una historia tan completa que sólo él supo escribir con detalle. Antonio Reyes no sólo fue el fundador del Liceo “Ángel Dolores Colmán”, donde quedaron cimentadas las bases una educación media y diversificada de excelencia y se abrieron las puertas de un futuro prometedor como la cuna de los profesionales de nuestro lar.
Desde 24 de septiembre 1997, José Antonio Reyes asumió la responsabilidad de ser el primer cronista del municipio Dabajuro. Apenas fue juramentado por el entonces alcalde Jesús “Chuto” Reyes se convirtió en el personaje que llegaba primero a cada acto sin importar su índole. Se sentaba en una esquina con su libreta y con su pluma fiel a escribir cada detalle de lo que acontecía. Era el último en marcharse porque no dejaba capítulo a medio cerrar. Fue constante e íntegro.
Nadie podría persuadir que aquel cronista de Dabajuro, escribiendo en silencio, concentrado en todo lo que pasaba en su alrededor dejaría la huella para todas las generaciones siguientes sobre lo que aconteció en nuestra tierra.
Tuvo siempre el sueño de poder plasmar de forma impresa todo su trabajo; sin embargo como que la vida tenía reservado un lugar, un espacio o un tiempo que aún desconocemos para poder apreciar su obra con la óptica correcta.
“Remembranzas de Dabajuro” fue el primer ensayo. Hoy es uno de los libros más buscados como referencia, pero desde mi perspectiva el “Memorial de un profesor dabajureño” es el broche de oro de su labor como escritor con una proyección infinita para definir la marcha de nuestro pueblo desde su vida misma.
Con la partida física del cronista emérito de Dabajuro queda una reflexión importante en el seno de nuestra sociedad: ¿realmente vamos a seguir el ejemplo de Antonio y animarnos a escribir aunque sea un cuento, una vivencia, un algo sobre lo que sucede a nuestro alrededor? La trayectoria de nuestros pueblos en el occidente de Falcón necesita no sólo de un cronista, no sólo de un Antonio Reyes. Se necesitan muchos como él trabajando al mismo tiempo.
Su cargo quedó bien representado con la designación del profesor Darío Mavárez Lameda, quien asumió como cronista oficial activo un 24 de septiembre del 2016.
Tengo que decir con absoluta responsabilidad que he insistido, invitado y motivado a muchas personas para que me acompañen en el oficio edificante de escribir sobre nuestro pasado y presente. A decir verdad me ha decepcionado mucho saber que pocos tienen el interés por tomar el arma más poderosa de todas en una sociedad: la palabra escrita. A lo mejor es temor a asumir ese mismo poder.
Esto me preocupa mucho sobre nuestro futuro. Espero que a través de la difusión que a partir de ahora se haga sobre la obra y el legado de nuestro profesor Antonio se animen muchas personas a colocar el corazón en la mano y la mano en buen papel; no importa que sea reciclado, característica de la nueva realidad del país.
Descansa en paz Antonio Reyes. Gratitud infinita de parte de este noble pueblo.
Ecos de dignidad
Esta semana puedo contar que en distintos escenarios he podido escuchar la voz en vivo de muchos sectores de la sociedad de nuestros pueblos: comerciantes, productores del campo, docentes y comunidades en asambleas donde la diplomacia en cada palabra han convencido al colectivo que es necesario pronunciarse.
Hablar con decencia para encontrar dignidad.
Al fin vi
manifestaciones que dan resultado. El poder de la palabra nuevamente.
No hubo necesidad de humillar, ni de insultar a
nadie para contar lo que padecen. No hubo necesidad de tirar piedras o destruir
espacios como están acostumbrados algunos llamados líderes de nuestro pueblo.
No hubo necesidad de apelar al miedo en ese momento.
Nace una esperanza al ver al pueblo despertar del letargo, de la espera inútil. Esta semana surgió un pueblo que asume y gestiona cambios, una respuesta, una solución.
¡Enhorabuena! Indudablemente creo que nuestros pueblos se están poniendo las pilas con mucha inteligencia.
Estoy empeñada en buscar una idea que pueda convencer a quienes se sienten abrumados, a quienes lógicamente están deprimidos y para quienes la esperanza es borrosa que tengo la convicción del cambio. El solo hecho de ser venezolanos, de ser falconianos y ser dabajurenses nos aporta un gen capaz de transformar nuestra historia por muy oscuro que sea el momento.
También es cierto que es maratónico intentar convencer sobre esperanzas a alguien que por ejemplo recibió ya su adelanto del pago de aguinaldos y es el monto equivalente a un paquete de arroz.
No sé de dónde me vienen esa brisa, ese clarol de la luna cuando no hay luz; pero es algo que me obliga a escribirlo, a decirlo y a practicarlo.
Preparemos nuestra alma, tengamos a mano nuestra mejor gala, limpiemos los zapatos y saquemos la mejor vajilla para lavarla aunque sea con un poquito de agua de lluvia.
Soplan buenos tiempos.
Ya se “alumbró el zaguán” y eso solo pasa cuando viene una gran navidad.
Les aseguro que es un buen eco para occidente.
Lourdes Díaz Güerere