Opinión

Dios y el mundo

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La cultura de la confusión

En estos tiempos que nos han tocado vivir existen cosas bastante extrañas: dulce sin azúcar, mantequilla sin grasa, café sin cafeína y hasta cristianismo sin evangelio. Este clima de confusión ha llegado a todas las estructuras humanas y ha deformado aquellos fundamentos sobre las que se construye la sociedad, ante todo la familia. En los años recientes ha surgido un movimiento internacional llamado LGBTQ, que ha ido tomando cada vez más auge entre las legislaciones, la educación y las comunicaciones, haciéndose pasar por grupos oprimidos o víctimas de la sociedad que ellos llaman tradicionalista y homofóbica (término que ellos mismos han acuñado).

Este movimiento promueve de diversas maneras la ideología de género, una categoría por la cual los géneros masculino y femenino no existen en realidad y que por lo tanto hombres y mujeres somos iguales; las diferencias son fruto de la sociedad conservadora que con sus estructuras ha hecho distintos a los que la naturaleza hizo iguales; por lo tanto cada quien decide lo que quiere ser y nadie puede negarle ese derecho. En el fondo está la pretensión de una supuesta libertad que termina siendo esclava de las pasiones, apegos, traumas y frustraciones de cada quien.

Es tanto el fluido de información sobre la ideología de género que corre por las redes sociales, programas televisivos, series de dibujos animados y otras tantas expresiones, que hasta en los ambientes cristianos se van colando esas tendencias. La población más expuesta son los jóvenes, ellos fácilmente se dejan deslumbrar por las ideas presentadas como novedosas y las repiten sin ningún tipo de discernimiento e incluso sin conocimiento. Hoy hasta las modas son confusas, ya los peinados de chicos y chicas son los mismos, los accesorios se usan de manera igualitaria y hasta los pantalones de los chicos son más ajustados al cuerpo que los de las muchachas. Qué hacer como cristianos para entender lo que sucede. Debemos tener en consideración cuatro elementos:

Primero, la ideología de género niega la diferencia y la complementariedad que se da entre el hombre y la mujer, presentando una sociedad sin diferencias de sexo. En total oposición al orden establecido por Dios que nos creó distintos, hombre y mujer, para que en la diferencia nos complementemos.

Segundo, en la ideología de género la identidad humana viene determinada por una opción individual, que no tienen nada que ver con lo biológico ni lo espiritual. De manera que llegan a decir que se pudo haber nacido mujer, pero tener en el interior una mente, un deseo y una voluntad de hombre. Eso es imposible. Cuerpo, alma y espíritu son los elementos que componen a la persona humana y a pesar de ser tres cosas distintas forman una unidad indivisible, no se puede hacer un coctel en el que existan un poquito de cada uno. A un cuerpo de hombre le corresponde un alma y espíritu de hombre, si esto no fuera así habría una fragmentación que terminaría por destruir a la persona.

Tercero, la ideología de género se impone como un pensamiento que debe determinar la educación de los niños, de manera que los adultos no les impongamos ningún tipo de estructura social hasta que ellos mismos la elijan y formen. Asombrosamente esto nos pone en la situación de una educación que no educa, pues no saca lo mejor de la persona, sino que lo deforma; creando una inestabilidad mental y emocional que imposibilita la realización de un proyecto de vida perdurable.

Cuarto, la ideología de género lleva a proyectos y directrices legislativas que atentan contra la integridad de la familia como una institución de carácter natural. En favor de la modernidad plantean familias distintas al modelo natural, al que tildan de tradicionalista. Esto está en total oposición a la naturaleza humana, a la reproducción de la especie y a la voluntad de Dios. Ninguna legislación puede oponerse a la ley natural, ni mucho menos puede ordenar normas que vayan en contra de la consciencia moral y social.

 En estos próximos días se tendrá a cabo, en todo el mundo, el día del orgullo gay. Fiestas, desfiles y gran cantidad de programas e información que va a circular en favor de la ideología de género. Se presentarán como las víctimas que buscan reivindicación, como gente libre a quienes la Iglesia ha rechazado y por eso se creen con derecho a utilizar imágenes y símbolos religiosos de manera obscena y ofensiva. Y mientras tantos muchos cristianos hacen silencio mientras se ofende a Dios y se destruye a la familia. Los cristianos no podemos ser parte de la confusión, Jesús nos invita en el evangelio a que nuestra luz brille en el mundo, las oscuridades se hacen cada día más grande. Tenemos dos opciones: dejarnos apagar o unirnos para iluminar ¿y tú, qué opción tomas?

P. Jesús Camacho SCJ

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