Vacaciones Escolares desde Cumarebo
Dr. Ernesto Faengo Pérez
El pasado viernes 14 de junio fui invitado por mi nieta Alexandra a un agasajo que ofrecieron los alumnos de su colegio Nuestra Señora de Coromoto en Coro con motivo del día del padre, tan pronto entré a la institución me invadió una sensación de orden y respeto agradable, muy limpia, sencillamente apropiada con un ambiente escolar atractivo, sus maestros dedicados con mucha mística a su meritoria y valiosísima función, oloroso a tinta y papel, alumnos bulliciosos pero muy decentes, bien educados, me acordé de mis años de primaria y recordé muchas cosas
Recordé a mi madre Dámasa Antonia Reyes de Pérez a quien nosotros nos referimos como Machita, una mujer analfabeta con una especial dedicación para que sus ocho hijos estudiaran, “aprendieran” como decía ella, para que fueran algo en la vida, a todos nos inscribió en la escuela particular que tenía en su casa la maestra Margarita Reverol, ahí desde que cumplí cinco años comencé a recibir mis primeras lecciones del abecedario con el característico, rígido y exigente estilo de aquella inolvidable maestra a quien debo, como muchos de quienes fuimos sus alumnos, gran parte de nuestra formación en cuanto al respeto, la obediencia, el amor, los valores ciudadanos, y el estímulo para el mejoramiento personal y espiritual,
Después en el grupo escolar Padre Román fui recibiendo enseñanzas de otros insignes maestros, Elvia Sánchez, María Cristina Velazco, El Bachiller Miquilena, Ángel Lastra quienes tenían esa profunda capacidad de inculcar en sus alumnos el interés por aprender cosas descubriéndolas desde sus raíces, fortaleciendo su concentración y alimentando su imaginación para moldear al ciudadano útil que debe emerger de esas aulas primigenias de la educación formal, grandes talentos que prestigian el gentilicio zamorano fueron orientados por esos prestigiosos y honorables maestros
Recordé aquella maravillosa época cuando los maestros venezolanos tenían sueldos acordes y beneficios contractuales que les permitían planificar vacaciones escolares en familiar, Leida docente activa casi treinta años, las disfrutaba en la misma época, junio mes de preparación para salir de viaje a los Andes, con parada en Maracaibo y la Basílica de la Chiquinquirá, Barquisimeto su obelisco, el frío de Cubiro, Caracas su centro histórico, pasando a la colonia Tovar regresando por Valencia, días en casa de Ovidia y el compadre José, anfitriones excepcionales luego de casi un mes regresábamos a Cumarebo a prepararse para el próximo año escolar, era por decirlo en sencillo algo rutinario en miles de familias venezolanas.
Esa maravillosa experiencia familiar está suspendida lamentablemente, los maestros han visto reducido dramáticamente su salario, suspendieron el contrato colectivo, los igualaron hacia abajo y las tres devaluaciones del Bolívar convirtieron en sal y agua el sueldo que debe ser proporcionalmente ajustado a la inmensa responsabilidad que recae sobre ellos para formar y orientar la niñez y juventud venezolana, para hacerlos ciudadanos, útiles y provechosos al desarrollo integral del país.
Decía Prieto Figueroa el maestro como líder asimila su noble responsabilidad moral, ética y humana para guiar, formar y capacitar las nuevas generaciones para el reto de reconstruir la sociedad en todos los niveles, superando metas nutriendo mentes desarrolladas para el trabajo productivo y creador en base al esfuerzo, interés y preparación de cada uno.
Ojalá puedan disfrutarse las merecidas vacaciones escolares, risueños maestros con el sentimiento espiritual del deber cumplido, y soñadores alumnos avanzando día a día, año por año, unidos en el exigente compromiso de formarse para hacer cada vez más grande este país, que tanto los necesita.